Pensar en el retrato infantil es imaginar una foto de un niño jugando en un parque, sonriendo y super feliz, pero si has presenciado una sesión de fotos con niños, sabrás que también se enfadan, que ya se quieren ir por la nieve que les prometieron para que se dejaran tomar fotos, que hacen su mayor esfuerzo por fingir sonrisas; esos gestos y sentimientos de molestia también son válidos.

Esta sesión de estudio que le hice a R, ¡me fascinó! Le gusta la cámara pero también le gusta ser directa y decir cuando ya no quiere algo y su rostro de enfado es tan chulo como cuando es feliz, así lo prueban estas fotos.

Cuando ella ya estaba muy enfadada, le dije que solo me dejara tomar 10 fotos más, pensando en que se le iba a olvidar, pero astuta la chamaca, me pidió que contara en voz alta cada vez que hiciera una, me dejó sin armas.

Las sesiones de niños en estudio son chulísimas, es un espacio para destacar su personalidad y sin mucha distracción.

Al pasar de los años, ver todas las emociones por las que pasó tu hijo despertará muchísimos recuerdos y sentimientos, además de que es un recordatorio de que los niños tienen su propia personalidad, que no podemos controlarlos.

Aquí puedes ver que me en cantan las sesiones de estudio.

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